En el primer fascículo nos dedicamos a investigar a las aves que observamos en la zona de Manzanares.
Las admiramos, buscamos, observamos, registramos, dibujamos, fotografiamos, investigamos y homenajeamos.
En gran parte gracias a estas aves (zorzales, calandrias, etc.), a otros cientos de animales y a muchos vecinos amantes de la naturaleza, podemos todavía observar a los árboles que existían aquí antes de la llegada del ser humano (autóctonos). También en este fascículo registramos y estudiamos a los árboles más comunes que llegaron después. Algunos embelleciendo nuestro pueblo, siendo parte de su historia (Casuarinas, Eucaliptos) y otros invadiendo (Corona de Cristo) a los frágiles ecosistemas naturales que aún nos quedan.
Esperamos que este nuevo Fascículo coleccionable sirva para comprender la importancia de ser más humanos con los árboles (nos regalan oxígeno y limpian de gases contaminantes, colorean el mundo, evitan inundaciones, cuidan la vida animal, nos alimentan, abrigan, curan, etc.), y de cuidar a los pocos árboles históricos y/o autóctonos que nos quedan.

Ceibo



Nombre común: Ceibo, Seibo.

Otros nombres comunes: ceibo macho, seibo rojo, fruto de loro, cresta de gallo, flor de coral (Portugués), coral tree (inglés), suiñandi (Guaraní, árbol verrucoso que crece junto al agua).

Nombre científico: Erytrina crista-galli L. (del griego «Erythros», rojo. «Crista galli» viene del latín: cresta de gallo).

Hábitat autóctono: Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay. Norte y centro de Argentina.
Descripción: Árbol mediano de 5 a 12 metros. Copa abierta. Tronco grueso y corto. Corteza gruesa, con surcos y tipo corcho. Raíces poco profundas (al vivir cerca del agua no necesita raíces largas). Su fruto es una chaucha negra y curva que contiene hasta 8 semillas. Las semillas flotan en el agua. Hojas caducas (caen en invierno). Flores rojas hermosísimas, con un pétalo principal y perfumadas. Florece de noviembre a abril. Su fruto sale entre enero y abril.

Usos: Atrae colibríes e insectos multicolores. Fortalece los terrenos cercanos a los ríos, evitando inundaciones. La belleza de su tronco y de sus flores lo hace ideal para parques y jardines. Su madera blanda se usa para construir artesanías, canoas y especialmente para los aros de instrumentos musicales como cajas y bombos. Es famoso su uso en Santiago del Estero en los bombos legueros. Con las flores se hace un colorante natural (rojo) para lanas. Tiene muchos usos en la medicina popular Los aborígenes usaban su corteza machacada y hervida para lavar heridas. Con las flores hervidas en agua preparaban un jarabe para la tos. Su presencia en las escuelas nos recuerda nuestra flor nacional.

Reproducción: Cosechar las semillas, realizar un corte en su abertura (tegumento) y dejarlas un día en agua. Después sembrar y mantener a media sombra y protegidas de las heladas. Una vez grande, es recomendable plantarlo en primavera.

Curiosidades: Es la Flor Nacional de Argentina y de Uruguay. Como sus semillas flotan, fue trasladándose por toda la Argentina a través del ríos como el Paraná. Los indios Mocovíes de Santa Fe decoraban sus cabezas con sus flores. En la casa de la familia Manzanares (a pocas cuadras de la EPB n° 10) encontramos en una recorrida un Ceibo de más de 150 años. En el noroeste argentino existe otra variedad, el Ceibo de Jujuy (Erithrina falcata), con flores anaranjadas.

Historia de nuestra Flor Nacional

Flor de ceibo


Hace muchos tiempo, en el año 1.910, se reunieron naturalistas y científicos argentinos para elegir una «FLOR NACIONAL» que nos representara a todos. Eligieron a la bella Pasionaria o también llamada Mburucuyá (la observamos en muchos alambrados del pueblo). Esta propuesta no fue aceptada.
En el año 1.928 se realizó una consulta y resultó electa la Magnolia, pero también fue rechazada pues es un árbol exótico
(no originario del lugar).
Dos años después el diario La Razón realizó un encuesta a más de veinte mil personas. El Seibo obtuvo más votos que el Jacaranda y el Lapacho, entre otros árboles. El 2 de diciembre de 1.942 se estableció por decreto 138.974/42 del presidente Ramón Castillo que «Declárese Flor Nacional Argentina a la flor del seibo».

Cina Cina



Nombre común: Cina Cina.

Otros nombres comunes: 
retamo rojo, 
uña de gato, 
brea de agua, 
Mexican paloverde (inglés).

Nombre científico: Parkinsonia aculeata L.(«Parkinsoniana»en honor a J Parkinson; y «aculeata» significa que tiene espinas).

Hábitat autóctono: Casi toda América. Centro y norte argentino.

Descripción: árbol mediano de 2 a 10 metros de altura. Posee copa amplia y redondeada. Tronco verdoso y liso de joven y cambiando con el tiempo hacia un gris oscuro. Ramas verdes, largas y con espinas. Hojas caducas, verde claras. Florece (hermosa flor de pétalos amarillos) en primavera y da su fruto (una chaucha) en verano.

Usos: En el pasado se la usaba para cercos espinoso, pues después de una poda rebrota con fuerza. Las flores son melíferas. Atrae a las mariposas. Especial para parques y jardines (ornamental). Sus hojas eran utilizadas por los aborígenes para la fiebre.

Reproducción: Sus semillas deben ser lijadas y dejadas en remojo un día para recién poder plantarlas. Parecido es lo que hacen nuestras hermosas aves que comen su fruto, lo rompen, pasan por su sistema digestivo y lo devuelven a la tierra, originando nuevas plantas.

Curiosidades: Las Cina Cina ya existían en la zona antes de la llegada del ser humano a Buenos Aires, siendo parte de la historia de nuestro pueblo que debemos proteger. Hallamos estos árboles históricos en Manzanares por el viejo camino de Casuarinas y en los costados de las vías del tren. Increíblemente, en nuestras observaciones encontramos a los pocos que quedan golpeados, a veces quemados o cortados como si fueran yuyos. Sería interesante que la Municipalidad los marcara para que no sean cortados.

Ombú



Nombre común: 
Ombú.

Otros nombres comunes:
bellasombra, 
umbú (en Portugués), 
imboú (en Guaraní).

Nombre científico: Phytolacca dioica (Phytolacca viene del griego «phytón» que significa planta; y del hindú «Lacca»: por el poder colorante de sus frutos. «Dioica»: algunos poseen flores femeninas y otros masculinas).

Hábitat autóctono: Sur de Brasil, Paraguay y Uruguay. Autóctono de los montes del nordeste argentino y el noreste de Buenos Aires (hasta el Partido de Magdalena).

Descripción: Mide de 8 a 20 metros. Tronco gigante. Raíces visibles y enormes. Ramas robustas y copa globosa. Sus hojas suelen caerse con los fríos fuertes (caduca). Florece en el verano y sus frutos amarillos suelen llenar el suelo para el otoño. En su hábitat natural (bosques y selvas del noreste argentino) presenta un tronco alto y más fino porque junto a otros árboles se eleva para recibir la luz del sol.

Usos: su densa copa regala sombra a los animales y fue alivio para el gaucho y el aborigen. Hace más firmes a los suelos. Se lo planta en plazas (siempre alejado de otros árboles) pues sus increíbles raíces imitan toboganes y escondites. No sirve como leña pues tiene tronco pero no madera. Es muy conocido en la medicina popular. Las ceniza de la corteza tiene potasa que se emplea en la fabricación de jabón. En Corrientes, algunos hacheros curan sus heridas con hojas de ombú y ceniza de ramas. De noche. atrae a las mariposas.

Reproducción: Dejar secar al sol a los frutos caídos en el suelo, y sembrar las semillas con una fina capa de tierra.

Curiosidades: muchos botánicos se preguntan si es un árbol o una hierba gigante. Para el grupo que investigó al Ombú es un árbol pues posee un tronco y una enorme copa alejada del suelo, aunque no posea madera dura.
Es posible que plantines o semillas llegaran en carreta a Buenos Aires por la ruta que nos unía con Paraguay. En 1784, hace muchos años, el investigador Félix de Azara viaja desde Buenos Aires hacia Paraguay. Al llegar a Pilar escribe: «no ofrecen estos campos eminencias ni valles, todos son casi horizontales, sólo se ve algún ombú que sirve de sombreaje...». En Manzanares sobreviven tres Ombúes históricos que aparentemente formaban parte de un «Camino Real» organizado por los españoles. Uno atrás de la escuela primaria (ver tapa) y otro en la curva de la entrada al pueblo (foto de arriba).
El vecino Alejandro Salas nos ubicó otro gigante a continuación del camino de casuarinas, mano izquierda, en la Finca Gaete. El camino iba de Córdoba a Luján y se plantaban estos enormes árboles como señales para no perderse.

Sauce criollo



Nombre común: Sauce criollo.

Otros nombres comunes: sauce colorado, ivirá pucú (guaraní), wayau (quichua).

Nombre científico: Salíx humboldtiana («salíx» es el nombre latino de los sauces. «Humboldtiana» en honor a su descubridor Alexander Humboldt).

Hábitat autóctono: Desde México hasta Argentina. En nuestro país desde Jujuy hasta el norte de la Patagonia, especialmente cerca de los ríos.

Descripción: Árbol de 8 a 20 metros de altura. Es el único sauce con ramas que apuntan hacia arriba (el sauce llorón tiene ramas que caen como si fueran lágrimas). Corteza gris, dura y con surcos parecida a la del seibo. Ramas flexibles. Hojas caducas, lancealadas (forma de lanza) y largas. Sus fuertes raíces buscan el agua

Usos: es bello para plantar en parques. Su madera se usa para cajones de frutas. Algunos vecinos del pueblo usan los troncos cortados del sauce como postes de alambrado pues vuelve a brotar como cerco vivo, soportando que vacas y caballos se rasquen en él.. Es melífero (alimenta a las abejas). Sería un buen árbol para reemplazar en el rìo a la Acacia invasora. La corteza tiene Salicina que es usada en remedios caseros y científicos para calmar dolores y fiebre.

Reproducción: Por estacas (cortar ramas y plantarlas en tierra suelta).

Curiosidades: El poeta Jaime Dávalos escribió: «Hay que ser como el sauce que lo hachan, vuelve a crecer, y aunque lo pongan de poste comienza a reverdecer». Al igual que el Seibo, el Sauce Criollo vive en la mayoría de las provincias pues son arrastrados por los ríos y donde caen, vuelven a crecer. Habitaba el río a la altura de Manzanares antes de la invasión de la Acacia Negra. Hay más de 300 especies de sauces en todo el mundo, siendo el sauce criollo, el sauce llorón y el sauce eléctrico los más comunes en Manzanares.


Historia de la ASPIRINA
(la importancia de los árboles para el ser humano)

Hace 2.400 años Hipócrates, el padre de la medicina, aconsejaba el uso de la corteza del sauce para calmar dolores.
En 1828 identifican como Salicina al compuesto curativo del sauce blanco.
En 1897 el químico de la empresa Bayer, Dr. Félix Hoffman, descubre el ácido acetilsalicílico a partir de la salicina.
En 1899 Bayer nombra como «ASPIRINA» a esta nueva medicina.



Tala





Nombre común: Tala.
Otros nombres comunes: taleira (portugués), ivirá guasú o yuasíí (Guaraní).
Nombre científico: Celtis tala.
Hábitat autóctono: Sur de Brasil, Uruguay. Norte y centro de la Argentina. En Buenos Aires forma Talares (bosques de Tala).
Descripción: De 4 a 12 metros de altura. Copa globosa. Ramas desordenadas y con espinas. Hojas dentadas (como un serrucho) y caducas (caen en invierno). Fruto pequeño, dulce y de color amarillo anaranjado. Florece de octubre a febrero y da sus frutos de febrero a junio.
Usos: Protege los nidos de las aves autóctonas con sus ramas espinosas y las alimenta con sus frutos. Su madera se utiliza para hacer carbón. Sirve para cercos vivos y necesita muy pocos cuidados. Importante en la medicina popular. Con la raíz se produce tintura de color café.
Reproducción: Es difícil producirlos de semilla. Conviene buscar plantines pequeños ( nacen con forma de «V»). Crecen cerca de alambrados. Esto pasa pues las aves paran en los alambrados para comer su fruto, y devuelven la semilla semirota a la tierra.
Curiosidades: la historia del tala es parte importante de nuestra historia.
Dió leña y sombra a los primeros habitantes de Buenos Aires. La mayoría de los ranchos (viviendas) se construían al lado de un Tala. Antes las carretas que llegaban a Buenos Aires traían frutos de Tala para alimentar a las gallinas. Hoy en día, observamos los árboles de Tala de Manzanares(al igual que el Cina Cina) maltratados, quemados, o podados como si fueran yuyos. Encontramos ejemplares solos en el camino de casuarinas, el camino a Open Door, enfrente al barrio Río Luján (nuevas lomas de burro) y en el bosque de Acacias Negras lindante al Barrio Luchetti. Deben ser marcados y protegidos
antes que desaparezcan.